- Área: 27 m²
- Año: 2013
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Fotografías:David Frutos
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Un trampantojo (de «trampa ante ojo») es por definición una técnica que trata de engañar a la vista jugando con el entorno arquitectónico, la perspectiva, el sombreado y otros efectos ópticos, consiguiendo una “realidad intensificada” o “substitución de la realidad”.
La religión traduce situaciones complejas, las polariza y enfrenta en cielo e infierno, dos extremos antagónicos. Nuestra intención era hacer difícil lo sencillo y convertir lo sobrio en innovador.
El hormigón en este proyecto no es más que revestimiento y delega su tradicional función portante en el alma de acero, el verdadero esqueleto estructural. Lo pétreo no pesa. Lo material gravita y lo ingrávido se apoya. Lo físico, lo tectónico, representado por el hormigón armado, parece sostenerse entre dos fisuras horizontales de vidrio que conectan interior y exterior.
El pliegue de chapa lacada marca la entrada y muestra el camino al altar. De nuevo, parece que sobrevuela el suelo. El material pétreo casi fue un requerimiento del promotor. La innovación consiste en la pérdida de la función portante por parte del material pétreo.
Por otro lado, el empleo del hormigón era coherente con nuestro objetivo de emplear materiales durables, sobrios, que generasen un diálogo de perpetuidad. La intención era reinterpretarlos en un contexto contemporáneo. En el altar, el Cristo está iluminado con un lucernario. La escultura en hierro elaborada por Fernando Sáenz de Elorriaga, tratada con una oxidación que simula la sangre de los clavos, parece flotar. En el interior, el alabastro tamiza la luz natural y mantiene el cromatismo del hormigón armado con mayor proporción de árido. La caliza reviste el frente de nichos y columbarios. El suelo mantiene la modulación del techo de hormigón para reforzar la impresión de continuidad.
Los antiguos construían catedrales que se yerguen al cielo para elevar nuestras plegarias. La homogeneidad material es en este caso lo que nos remite a la escala monumental, lo que nos hace pensar que puede haber algo más grande que nosotros mismos y que nos trasciende. Como la magia de lo pesado que levita.